Somos los herederos lejanos de los primeros habitantes de la tierra, surgimos como la expresión de razonamiento y, nuestra historia apoyada en la conciencia adquiere vida propia. El momento actual, nos da a la lucha por la supervivencia y a la búsqueda de una mejor calidad de vida de los humanos, tonalidades muy particulares, pues todo esto apunta a la educación de calidad, prioridad de los seres inteligentes, como el recurso más claro para el logro de nuestros ideales.
En esencia, esta educación demanda de dos actores: el primero de ellos acompaña los procesos de aprendizaje, mientras el segundo, se deja guiar con su dinámica, por la ruta del saber; en este sentido, es la institución educativa el escenario ideal para el cumplimiento de sus propósitos fundamentales.
Todos soñamos con una institución educativa que posea aulas pulcras, de puertas abiertas, que invite al conocimiento, al recogimiento y a la reflexión; con áreas sociales cómodas dotadas de tecnología de punta, que nos conecte con el mundo actual; zonas amplias y agradables para el deporte, la recreación y el sano esparcimiento; donde cualquier escenario sea óptimo para el discurso pedagógico sin interrupciones; un espacio escolar en la cual los hermosos paisajes maquillados por el sol, el aire puro, el agua cristalina, el canto de los pájaros y el silencio sirvan de plataforma para que el educando interactúen y disfruten de la misma naturaleza.
Una institución que asuma, con responsabilidad, la heterogeneidad física y mental de las personas, que rediseñe las políticas de gratuidad, que sea justa y humana en la relación estudiante-docente en el aula y, que, sin fatigas de trabajo, sin madrugadas ni trasnochos, sea partidaria con los escenarios y el tiempo para el debate y la discusión sobre el ejercicio pedagógico.
Todos soñamos con una institución educativa que reconquiste, para la familia, el encuentro que le arrebató en el pasado y que regrese el rector a la institución puesto que, en tiempos pasados, era el faro para el docente y el camino para el estudiante.
Todo soñamos con educandos que imaginen el espacio educativo con amor y con esperanza; que escuchen, obedezcan y practiquen la voz profética de sus líderes; con educandos motivados y alegres, que disfruten de una excelente calidad de vida, con salarios justos y acertados y oportunos servicios de salud.
En síntesis, la labor educativa es una labor ardua y la cual conlleva que el docente alcance una alta motivación en sus estudiantes para que de esta forma los educandos logren obtener aprendizajes significativos. Es por esto que es muy importante la implementación con la que se cuente en el aula. Si bien soñar, como dicen por ahí, cuesta nada, creo que no es malo hacerlo y que si bien no se pueden tener las a mano todos los implementos tecnológicos que se desea es de gran importancia que los docentes sean capaces de utilizar de forma óptima lo que poseen, ya que son los docentes los que deben luchar por lograr cambios en nuestra educación, a lo mejor no a nivel país pero si tratar de marcar la diferencia en donde se dé a conocer la gran vocación.