Actualmente, el estudio de la creatividad está fortalecido por la importancia que se atribuye a la capacidad para innovar, resolver problemas y asumir riesgos, en contextos y situaciones marcadas por cambios constantes, que requieren la disconformidad y la discontinuidad del pensamiento.
A nivel individual, social o institucional, la comprensión de este fenómeno se justifica y se desarrolla a contextos tan diversos como el educativo, el empresarial, el científico, el tecnológico, el político, e incluso al contexto del desarrollo personal, siendo la creatividad un constructo esencial para comprender el desarrollo humano. La definición de la creatividad está lejos de alcanzar unanimidad entre la comunidad científica. Los trabajos de Guilford marcaron un límite en el estudio y evaluación de la creatividad, centrada en el pensamiento divergente y fundamentado en una perspectiva psicométrica y factorial.
El autor Torrance incluye en su definición de creatividad características como la capacidad para identificar lagunas en la información, formular y probar hipótesis acerca de los defectos y lagunas encontrados, producir nuevas ideas y recombinarlas, proponer varias alternativas para la solución de problemas y, además, comunicar los resultados. Desde aquel momento, han surgido diversas definiciones y referentes teóricos sobre el tema, que enfatizan los aspectos considerados importantes en la producción creativa. Tales aspectos incluyen desde la originalidad de las ideas, el uso de múltiples puntos de vista, la capacidad de producir soluciones inusuales y eficaces a los problemas existentes, los procesos de insight, el desarrollo de productos innovadores, hasta la utilidad y valoración social de los trabajos producidos.
Sin embargo, en la diversidad de perspectivas, la mayoría de autores coinciden en que se trata de un constructo multifacético y complejo, en el que intervienen dimensiones personales de naturaleza cognitiva y socioemocional, ya sea como variables contextuales que interfieren en su desarrollo y manifestación.
El test de Torrance es un test de pensamiento creativo que constituye un método de referencia para medir la creatividad. Consiste en una prueba verbal en la que se pide a los participantes que enumeren usos inusuales para objetos comunes y otra figurativa en la que se les pide que incorporen formas simples o abstractas en dibujos más complejos. Los criterios utilizados para el proceso de evaluación de las respuestas y que nos pueden servir de referencia para estimular los procesos creativos son los siguientes:
- Fluidez: se tienen muchas ideas.
- Flexibilidad: se piensan diferentes formas de proceder.
- Originalidad: se piensan aspectos únicos.
- Elaboración: se piensan complementos a la idea que se ha tenido.
En síntesis, la creatividad se puede fomentar a través del entretenimiento, con el pensamiento divergente, no utilizando etiquetas, dogmas, con diversificación y utilidad. Además, podemos enseñarla generando, compartiendo y evaluando cada actividad.