En la actualidad, estamos en una época de cambios acelerados y de hiperinformación. Vivimos con la información al alcance de una tecla, se está viviendo transformaciones muy aceleradas en el campo de la tecnología y el conocimiento, compartimos el intercambio inmediato. Si bien la producción de nuevos saberes nos ha aportado cantidades de argumentos y pruebas que indican que la educación debe tomar otro rumbo, que existen mejores técnicas de enseñanza y aprendizaje, las formas siguen estancadas en dinámicas ya obsoletas.
Hoy en día, está claro que la educación debe ser repensada y reestructurada para que se adapte a las demandas del siglo XXI. No obstante, debemos entender que eso exige un proceso íntegro de análisis, reflexión y debate que, por sobre todas las cosas, involucre a todos los actores del proceso de enseñanza-aprendizaje. Korczak, gran pedagogo de mitad de siglo XX, hablaba en su momento de la “escuela democrática”; una escuela en la que el estudiante fuera reconocido como sujeto crítico capaz de tomar las riendas de su propia educación.
La reforma educativa es un tema fuerte en estos días, pero los padres, también tienen el derecho y la responsabilidad de participar en la reforma escolar, y hay mucho que puede hacer para mejorar la educación de sus hijos. La reforma educativa tiene mucho que ver con las instituciones educativas, pero finalmente, la educación comienza en casa. Los padres deben asegurarse de que su hijo sea un estudiante activamente involucrado, que esté al tanto de las asignaciones y que participe en la clase.
Los expertos señalan que las escuelas no tienen toda la culpa de las altas tasas de deserción escolar y las bajas tasas de finalización. Los padres deben proporcionar una vida familiar estable para que los estudiantes encuentren el éxito, ofreciendo apoyo y discutiendo abiertamente los objetivos para futuros logros educativos.
En síntesis, la institución educativa está aislada de alguna manera de las problemáticas en la sociedad y están fijados en los contenidos más específicos de cada asignatura. Es un sistema muy disciplinar: “yo soy docente de literatura y hablo sólo de literatura”. Estamos en una nueva era, si se desea de verdad formar una ciudadanía crítica y creativa que puede solucionar los problemas complejos que se tienen, se debe cambiar el paradigma hacia una visión más integral en la educación, y los padres deben comenzar a ver, para qué se están educando sus hijos. En este sentido, los consejos escolares, integrados por padres, docentes y organizaciones, toman relevancia al convertirse en supervisores de las decisiones escolares.
