Una de las inquietudes en el ámbito educativo, es elevar la calidad educativa envolviendo con ello al aprendizaje; la calidad en el aprendizaje se puede observar bajo dos enfoques: el superficial y el profundo en un contexto escolar. De acuerdo con el autor Valenzuela (2007) las operaciones mentales: tales como resolver problemas, hacer analogías, realizar ejemplos, generalizar, representar ese conocimiento de formas diferentes, aplicarlo a situaciones nuevas, entre otros. Forma parte del aprendizaje profundo, mientras que en el aprendizaje superficial se caracteriza por el poco significado que el estudiante le concede al contenido de enseñanza, quedando en la superficie, promoviendo el aprendizaje de signos, originando el desarrollo incipiente de habilidades cognitivas de orden superior.
De esta forma, el aprendizaje superficial se define como la disponibilidad que presenta el estudiante sobre una asignación de estudio, caracterizada por una motivación extrínseca, teniendo como principal estrategia de aprendizaje la memorización, obteniendo así conocimientos sin significado e inconexos de poca utilidad.
Es importante señalar, que el enfoque de aprendizaje no es una característica personal inmutable, porque el asumir un enfoque u otro depende de las características individuales del estudiante, del contexto de enseñanza y de la asignación educativa a la que se enfrente, estos tres factores influyen en la decisión de lograr o no, un aprendizaje profundo o superficial.
Por lo tanto, el aprender corresponde a una decisión del sujeto sobre que aprender y como aprender. En la construcción del aprendizaje se observan dos enfoques, el enfoque superficial y el enfoque profundo. Ambos enfoques son decisiones que el sujeto asume, no siempre el sujeto aprende desde un mismo enfoque; es decir aprende de forma superficial y/o profunda, habrá contenidos de enseñanza dentro de un contexto escolar que propicien el aprendizaje superficial y/o profundo, de acuerdo con la postura que asuma ante un nuevo contenido de aprendizaje.
En síntesis, el autor Solé (1997) señala que el aprendizaje bajo un enfoque profundo y o superficial “no es cuestión de suerte”, sino producto de diversos factores que dentro de un contexto escolar se presentan e inciden en la decisión del alumno por optar por un enfoque u otro sobre la materia de estudio.