Para Google Generation, la información no es escasa, y saber tiene la ilusión de estar solo a una búsqueda de distancia.
Los mapas curriculares son pequeños documentos útiles que estandarizan el aprendizaje. Es decir, aclaran el contenido que debe aprenderse y ofrecen una ruta y un horario compartidos para entregar ese contenido a los estudiantes. Los mapas curriculares funcionan como una especie de visión general del contenido de aprendizaje y también pueden proporcionar un terreno común para la reforma de las actividades de aprendizaje planificadas basadas en datos de evaluación (O’Malley, 1982).
El problema es, ahora más que nunca, el conocimiento crítico está cambiando. Las cosas que un estudiante necesita saber ahora son diferentes de lo que eran hace medio siglo. En presencia de Google, la búsqueda predictiva, comunidades digitales, redes sociales, aplicaciones adaptativas y otras tecnologías, la información es menos escasa en la historia de la humanidad. Lo mismo con las redes, canales digitales y posibles vías de aprendizaje para descubrir nuevas ideas.
En la actualidad, se está dando paso a una era de navegación de datos, y lo que los estudiantes necesitan ayuda debe ajustarse. Por lo tanto, el día de hoy traemos una lista que el docente puede utilizar a la hora de su planificación:
1. Hacer el trabajo a prueba de Google.
Dicho de otra manera, que el diseño sea de modo que Google sea crucial para crear una respuesta en lugar de encontrarla, es decir, que si el docente ancla las experiencias de aprendizaje en torno a nuevos tipos de pensamiento que fuercen la síntesis de ideas, medios y comunidades heterogéneos. Aprendizaje basado en escenarios, aprendizaje basado en desafíos, aprendizaje basado en proyectos, simulaciones de aprendizaje, entre otros.
2. Forzarlos a luchar con grandes preguntas sin respuestas.
Promueva el estudio y la observación, no el dominio del contenido. En un mundo centrado en Google caracterizado por el acceso al contenido, las redes y las nuevas formas de pensar sobre las cosas, el enfoque debe centrarse en prácticas de observación, estudio y perspectivas más clásicamente humanas.
3. Centrarse en las estrategias de aprendizaje.
En lugar de enfatizar el contenido, enfatice cómo combatir con una gran cantidad de contenido fluido y perecedero a diario.
4. Absorber los datos a la perfección.
En una era de información y análisis, los datos son abundantes. En la actualidad, los mapas, las unidades y las lecciones no están diseñados para aceptar datos, por lo que le corresponde al docente extraerlos y realizar constantemente ajustes significativos a la planificación a la luz de ellos.
5. Anticipe las necesidades de los estudiantes.
El dominio de los estudiantes se puede predecir al examinar el rendimiento pasado, los niveles de lectura y una variedad de otros factores. Esto no es un seguimiento, ni está consignando a ciertos estudiantes a niveles de rendimiento novatos, manteniéndolos en estándares más bajos, entre otros. Por supuesto, la idea de aprender es entender. Y absolutamente necesitamos medir lo que está funcionando. Pero centrarse por completo en el dominio de resultados predeterminados, catalogados y no centrados en el estudiante, medidos por pruebas incomprensibles, no puede ser el cenit de la pedagogía moderna.
6. Utilice el espiral por diseño.
Si desea mejorar en algo, las practicas. Entonces, establezca las ideas más importantes en el contenido que actúan como anclajes para otros conocimientos y hechos más discretos, y practicarlos una y otra vez en una variedad de niveles cognitivos.
7. Uso de unidades tradicionales.
Entre otras caídas, las unidades fomentan las ilusiones de cobertura por el bien del empaquetado de contenido.
8. Iluminar los matices del mundo.
¿Alguna vez alguien te obligó a escuchar una canción? ¿Le pidió que escribiera un ensayo de causa y efecto? Este ejemplo, es el proceso que fomentan los mapas curriculares tradicionales.
En síntesis, el contenido es extraordinario si se pudiera dejar que sea increíble, y para Google Generation, está justo al alcance de la mano. Los documentos curriculares deben subrayar los matices del mundo, no proporcionar una lista de verificación basada en la cronología para abarcarlo todo. Si los estudiantes no pueden separar lo que vale la pena entender y lo que no es para ellos mismos, ya sea en la primera página de los resultados de búsqueda de Google o en los enlaces que encuentran a través de Twitter y Facebook, nuestros esfuerzos colectivos disminuyen.
