El año 2020, sin duda fue un año cargados de retos para todos los ámbitos, en especial para la educación. Sin previo aviso, las clases se ubicaron en línea, el trabajo y reuniones se trasladó a las plataformas de videoconferencias. Pero, estos retos sean convertido en numerosas oportunidades para el liderazgo docente que ofrecen un alto potencial para transformar significativamente la educación a nivel mundial.
El liderazgo docente en la erad digital debe estar centrado en cinco características el cual se fundamenta: desde la concepción pedagógica centrada en el estudiante, para que se pueda orientar la acción e ir más allá de un aula virtual, donde se fomente una actitud positiva y colaborativa. Cuando el docente tiene presente estas características de liderazgo, les permite aprovechar las siguientes oportunidades:
- Enseñanza eficaz.
- Participación de los padres.
- Elección pedagógica.
- Reestructuración escolar.
De acuerdo con el autor Sanchez (1998), el docente que es líder se inquieta por el desarrollo, inducción, enseñanza de habilidades o estrategias cognitivas y metacognitivas. En otras palabras, el docente admite que el estudiante experimente sobre los tópicos definidos o de los que surgen de las inquietudes, con un apoyo y retroalimentación continua.
Por lo tanto, el liderazgo educativo en la era digital envuelve la necesidad de transformar y revitalizar la educación, como, además, el recurso humano que atienda estas necesidades; es decir, un docente que posea competencias, actitudes y habilidades orientadas a la realización de actividades participativas e innovadoras, emprende una serie de actividades que genera en sus educandos el interés por la búsqueda de soluciones a los conflictos presentes en la sociedad y desarrollar sistemas más participativos.
En síntesis, la pandemia ha dado la oportunidad de considerar todo tipo de posibilidades. Los líderes docentes tienen la experiencia y conocimientos, para imaginar cómo serán las aulas del futuro, los programas y políticas a desarrollar. Para ello, el docente debe fundar una enseñanza eficaz para alcanzar la reestructuración escolar, partiendo del esfuerzo de liderazgo centrados en el estudiante, orientados a la acción, más allá de un aula, con una influencia positiva y colaborativa.