Actualmente, a pesar de que tecnología es una herramienta que enriquece el quehacer pedagógico, facilita y promueve la información. Su implementación no es muy sencilla, para ello, se necesita constancia, ganas, actitud y sobre todo tiempo para aprender a gestionarlas. Y, todas estas competencias y habilidades, en muchas personas les causa frustraciones. Pero, sobre todos a los docentes porque su mayoría tiene una formación docente que no involucra la formación bajo el uso la de la tecnología.
Consideramos desde nuestra experiencia que las problemáticas más comunes son: Requiere tiempo para aprender, manejarla e implementarla, no todos los docentes y estudiantes cuentan con acceso a internet, no todos aceptan la tecnología como medio de aprendizaje bien sea por fobia, miedos o sencillamente por temor de ser juzgado por otros no darle el uso correcto. Asimismo, porque las instituciones educativas no cuentan con personal calificado para la instrucción bajo las TIC o un personal que capacite a los docentes, la falta de recursos económicos, la falta o poco conocimiento del valor que agrega la tecnología para las profesionales del futuro, la creencias de quienes manejan las políticas educativas, el uso incorrecto de las TIC en el Aula, la dependencia tecnológica que puede tener un docente o estudiante y la falsa creencia que el docente será reemplazado por la tecnología. Claro existen muchísimas pero consideramos que estas son las más relevantes.
En síntesis, por ello, sustentamos que el problema no está en las TIC o en las herramientas tecnológicas. Por lo tanto, el problema radica en el uso que las personas le dan a las herramientas tecnológicas.