El misterio es más profundo para la neurociencia, es la influencia del sonido rítmico en las aulas de clases no solo porque “coordina el comportamiento de las personas en un grupo, también coordina su pensamiento: los procesos mentales de los individuos en el grupo se sincronizan” (Escoffier, 2012, p. 267). Los hallazgos en las investigaciones realizadas hasta el presente amplían el conocido sobre el poder de la música para producir los circuitos cerebrales que intervienen en la emoción y movimiento. Por ello, Schirme (2015) sostiene que “el ritmo facilita nuestras interacciones interpersonales” no solo de cómo las personas se mueven, sino también de cómo hablan y piensan ya sea a través de la letra de una canción o poema. Escuchar, tocar y leer fragmentos musicales involucra habitualmente todo el cerebro.
El Dr. Levitin (2006) explica que escuchar música primero involucra estructuras subcorticales como los núcleos cocleares, tronco encefálico y cerebelo. Luego se mueve hacia las cortezas auditivas en ambos lados del cerebro. Por lo tanto, cuando las personas escuchan música se involucra el hipocampo y la parte baja del lóbulo frontal. Así, como, leer fragmentos de música involucra la corteza visual, al tocar se involucra todo el cerebelo. Debido a que tocar música requiere la coordinación del control motor, el tacto somatosensorial y la información auditiva, la mayoría de los músicos desarrollan una mayor capacidad que la persona promedio para usar ambas manos. Las redes aumentadas entre el cerebro izquierdo y derecho forman fibras gruesas que interconectan las dos áreas motoras, un área que es más grande en los músicos.
Los estudios demuestran que el cerebro tiene la competencia de modificar la habilidad conocida como ‘neuroplasticidad’. No obstante, la música igualmente influye en algunas capacidades de aprendizaje, amplificando el volumen de la corteza auditiva y motora. Tradicionalmente, la música se había considerado como una actividad del lado derecho del cerebro debido a su dependencia de la creatividad. No obstante, las investigaciones de imágenes cerebrales ha demostrado que la música involucra ambos hemisferios, aunque la mayor parte de la actividad ocurre en el lado derecho del cerebro.
En síntesis, al integrar la música en el salón de clases, es importante identificar primero cómo se puede integrar de manera más efectiva ya que la música puede afectar negativamente el rendimiento cognitivo en determinadas tareas complejas, pero se ha demostrado que mejora el rendimiento en tareas sencillas (Gonzalez & Aiello, 2019). El tipo de música también es importante debido a que las personas se desempeñan mejor cuando escuchan música relajante. Al considerar estos elementos, los docentes pueden encontrar vías intencionales y receptivas de integrar la música en sus aulas de manera efectiva.
Referencias
Escoffier, N., Herrmann, C. S., & Schirmer, A. (2015). Auditory rhythms entrain visual processes in the human brain: evidence from evoked oscillations and event-related potentials. Neuroimage, 111, pp. 267–276.
Gonzalez, M.F., & Aiello, J.R. (2019). More than Meets the Ears: Investigating How Music Affects Cognitive Task Performance. Journal of Experimental Psychology. DOI:10.1037/xap0000202
Levitin, D. (2006). This Is Your Brain on Music: The Science of a Human Obsession. Dutton.