El sistema educativo actualmente se encuentra enfrentando grandes cambios, no sólo por el confinamiento sino también por necesidad de encontrar las mejores de herramientas de colaboración. La necesidad de innovar el quehacer pedagógico, busca la proyección docente a través de la interculturalidad, que implica la reconstrucción de las sensibilidades y conocimientos que ayudan a trascender para reconocer, apreciar y respetar las opciones como un todo.
Las instituciones educativas no pueden limitar la formación docente al desarrollo de las actividades dentro de los salón de clases físicos, y las razones están más presentes que nunca, por nombrar algunas: la sociedad requiere que las personas amplíen sus horizontes, que tengan la oportunidad de saber, contrastar, determinar, contextualizar, analizar y reconocer las disconformidades que existen en los diferentes contextos culturales, sociales, políticos y económicos para poder presentar soluciones pertinentes a las necesidades que presenta el mundo. Se hace necesario un enfoque pedagógico interactivo para impulsar el aprender o aprender, centrado en la colaboración, análisis, como, además, resolución de problemáticas desde los ámbitos del conocimiento con perspectiva multicultural, como una acción estratégica que permita situar la práctica educativa al contexto internacional y multicultural que permita a los estudiantes el acceso a los programas de calidad.
Los autores Guitert y Giménez (2000) sustentan que el trabajo colaborativo “es un proceso en el que cada individuo aprende más de lo que aprendería por sí solo, fruto de la interacción de los integrantes del equipo” (p.114). Por lo tanto, se puede señalar que el trabajo colaborativo se da cuando existe una correlación entre un grupo de personas que saben diversificar y discrepar sus puntos de vista para generar el proceso de construcción del conocimiento.
Aprender y enseñar desde los espacios colaborativos a través de la tecnología sigue siendo una forma inteligente de adaptar la educación tradicional a las diferentes estrategias de formación colaborativa. La docencia tradicional requiere la adaptación tecnológica, así como a las dinámicas resultantes tales como: la resolución de dudas de manera virtual, actualización de contenidos y su actualización en la plataforma, entre otros.
En síntesis, el confinamiento por tiempo de pandemia ha permitido generar un modo de aprendizaje colaborativo y ha permitido adquirir habilidades necesarias en el ámbito práctico, como la comunicación efectiva a través de la tecnología. Los docentes son conscientes de que esta labor es un trabajo continuo que ha de seguir creciendo y perfeccionándose. Para ello, se hace necesarios procesos de evaluación constantes que permitan la mejora de los materiales en el medio pedagógico, así, como, la formación continua para alcanzar un enfoque de aprendizaje colaborativo realmente integrado que favorezca los procesos de aprendizaje.