Actualmente, estamos viviendo desde una perspectiva intelectual, un tiempo que se denomina sociedad del conocimiento. Según Volpentesta (2004:24), en el mundo de las organizaciones contemporáneas, existe un claro convencimiento de que las ventajas competitivas que deben poseerse a fin de continuar operando en los mercados son a través de la productividad, la innovación y el capital intelectual.
Para Edvinson y Malone (1998), el capital intelectual surge de la interacción que se produce entre capital humano y capital estructural. El capital humano surge de la combinación y movilización, por parte del ser humano, de sus destrezas, conocimientos, inventiva y capacidades; mientras que el capital estructural, surge de la integración de equipos, organización, clientes, información, entre otros. Es lógico que, dentro de este paradigma, aparecen dos elementos íntimamente enlazados que son: conocimiento e información; estos dos elementos son potencialmente angulares y se constituyen en el basamento de lo que puede ser un desarrollo estructural en las organizaciones y la sociedad.
- Desarrollar procesos de pensamiento en las personas
- Promover la comprensión básica del mundo
- Estimular la formación de instituciones y seres humanos flexibles
- Capacitar para la autonomía
- Estimular el interés por el conocimiento
- Promover el sentido de la solidaridad y la individualidad.
- Practicar y promover el sentido de la responsabilidad.



