
De esta forma, el aprendizaje superficial se define como la disponibilidad que presenta el estudiante sobre una asignación de estudio, caracterizada por una motivación extrínseca, teniendo como principal estrategia de aprendizaje la memorización, obteniendo así conocimientos sin significado e inconexos de poca utilidad.
Es importante señalar, que el enfoque de aprendizaje no es una característica personal inmutable, porque el asumir un enfoque u otro depende de las características individuales del estudiante, del contexto de enseñanza y de la asignación educativa a la que se enfrente, estos tres factores influyen en la decisión de lograr o no, un aprendizaje profundo o superficial.
Por lo tanto, el aprender corresponde a una decisión del sujeto sobre que aprender y como aprender. En la construcción del aprendizaje se observan dos enfoques, el enfoque superficial y el enfoque profundo. Ambos enfoques son decisiones que el sujeto asume, no siempre el sujeto aprende desde un mismo enfoque; es decir aprende de forma superficial y/o profunda, habrá contenidos de enseñanza dentro de un contexto escolar que propicien el aprendizaje superficial y/o profundo, de acuerdo con la postura que asuma ante un nuevo contenido de aprendizaje.
En síntesis, el autor Solé (1997) señala que el aprendizaje bajo un enfoque profundo y o superficial “no es cuestión de suerte”, sino producto de diversos factores que dentro de un contexto escolar se presentan e inciden en la decisión del alumno por optar por un enfoque u otro sobre la materia de estudio.