PARADIGMA DEL PENSAMIENTO DOCENTE | DOCENTES 2.0

El origen del paradigma del pensamiento del docente se dio a conocer el año 1975, y este parte de una concepción donde el educador es un agente, una persona que emite juicios, reflexiona, toma decisiones, tiene creencias, actitudes, aptitudes, competencias, entre otros.

Partiendo de la definición de actitud, sustentada por el autor Allport (1935) es “un estado de disposición mental y nerviosa, organizado mediante la experiencia, que ejerce un influjo directivo dinámico en la respuesta del individuo”. Y, Pieron (1955) señaló la aptitud “a todo carácter físico o psíquico considerado desde el ángulo del rendimiento, y esta se caracteriza como una disposición innata o hereditaria”, y, por ello, el autor Bain (2007) considera que un buen docente es aquel que logra que sus estudiantes estimen aprender, alcancen el pensamiento crítico, afronten con creatividad y curiosidad a la resolución de problemas.

En la educación virtual, el rol del docente se asume como un guía del proceso formativo y que está ligado a las actividades académicas de los educandos bajo su dirección, su práctica puede ejercerse con diferentes propósitos. En palabras de Freire enseñar no es transferir conocimiento, sino crear las posibilidades para su producción o su construcción, y apoyado en este contexto Murillo (2008), señala que, entre las variables de relación del docente y el rendimiento, se encuentran en la actitud, entusiasmo, motivación, dinamismo, claridad, grado de abstracción, como, además la cantidad de información.

Por lo tanto, un docente debe poseer actitud, aptitud y ciertos atributos como lo indica a continuación (Molina, 2004): Preparación, motivación, creatividad, actitud positiva, actualización, cooperativo, guía y didáctica.

En síntesis, la educación virtual constituye en sí misma un proceso complejo que desde hace años es analizada por los involucrados del proceso de enseñanza-aprendizaje para poder desarrollar un currículo integrado que facilite la articulación teoría-práctica como condición del aprendizaje significativo. Por ende, su ejercicio demanda motivación, alto compromiso y una elevada responsabilidad social para poder convertir el proceso de formación en un sistema donde los estudiantes aprendan en el entorno académico-tecnológico, para así romper con las formas tradicionales de enseñanza, que desarticulan la imagen del docente como fuente de conocimiento.