Los estudiantes en el aprendizaje colaborativo al igual que los docentes, tienen responsabilidades nuevas y diferentes de aquellas a las que estaban acostumbrados en la educación tradicional. MacGregor define siete cambios que deben hacer los estudiantes:
- Resolución activa de problemas, contribuyente y discutidor.
- Altas expectativas de preparación para preparación de la clase.
- Presencia pública con mucho riesgo.
- Asistencia dominada por expectativa comunal.
- Trabajo colaborativo con prójimos.
- Responsabilidades y autodefinición asociados al aprendizaje interdependiente.
- La persona, prójimos y comunidad vistos como fuentes importantes de autoridad y conocimiento
Estos son grandes cambios para los estudiantes, que implican nuevos roles y requieren diferentes destrezas. Bosworth argumenta que debemos enseñar estas destrezas a los estudiantes de la misma manera que debemos enseñar cualquier otro conjunto de destrezas, y propone una taxonomía de destrezas colaborativas que incluye destrezas interpersonales, de manejo de grupos, de investigación, de resolución de conflictos, y de síntesis y presentación.
En algunos casos, los docentes pueden modelar las destrezas necesarias, pero el método primario para enseñar las destrezas del aprendizaje colaborativo descansa en la estructuración de la tarea de aprendizaje, de manera que la práctica de la destreza es el esencial logro de la tarea. Aunque se enseña mejor dentro del contexto de actividades de aprendizaje basadas en contenido, los docentes pueden comenzar a orientar a los estudiantes hacia los nuevos roles y ayudarles a desarrollar las destrezas del aprendizaje colaborativo al comenzar el primer día de clases.
En el aula colaborativa, el docente crea un ambiente de aprendizaje en el cual los estudiantes interactúan uno con el otro. Esto es diferente de lo que sucede en muchas aulas educativas, en donde los estudiantes se sientan solos, pasan una significativa parte del tiempo escuchando pasivamente al docente, y se espera que no hablen porque esto distrae la atención que se supone debe enfocarse en el instructor. Es importante, por lo tanto, establecer de frente que en el aula colaborativa los estudiantes estarán interactuando.
Una manera de animar a los estudiantes a que interactúen es el ofrecer a los participantes de la clase la oportunidad de conocerse. Las actividades estructuradas para las introducciones y saludos, llamadas “rompehielos” son buenas técnicas para conocerse. Los rompehielos disminuyen las tensiones y la torpeza de las clases iniciales, y ayudan a los estudiantes a desarrollar sentimientos de confort. También crean una confianza de interacción y, por lo tanto, son entradas útiles a la colaboración positiva y continuada. Aún si los docentes deciden retener un curso predominantemente basado en clases magistrales, encontrarán que la incorporación de algún nivel de rompehielos puede reducir el estrés en el estudiante e incrementar su voluntad de participar en discusiones que incluyan a toda la clase.
Un docente que se aprende los nombres de los estudiantes les muestra que los valora como individuos. El ayudar a los estudiantes a aprenderse los nombres de los otros, y a identificar intereses y experiencias compartidos tanto como las diferencias sobresalientes, demuestra que el instructor valora el que se conozcan uno al otro.
Las actividades colaborativas pueden usarse para introducir a los estudiantes al contenido de la clase, ayudando así a que se conozcan el uno al otro al mismo tiempo que están conociendo la materia del curso. Estas actividades pueden ayudar a los estudiantes a identificar conocimientos previos que son útiles, así como a clarificar algunas lagunas de aprendizaje que tengan. Los estudiantes pueden sentirse tranquilos sabiendo que otros están en situaciones parecidas al inicio, y pueden identificar habilidades o conocimientos excepcionales que posean algunos miembros del grupo. El uso del contenido de la clase también recalca los propósitos académicos en vez de los sociales de las actividades de aprendizaje colaborativo.