La transformación digital es generalizada y puede entenderse como los “cambios de los cambios digitales”. Este enfoque en el cambio es intrínseco. La transformación digital no se trata solo de tecnología, ni es sinónimo de innovación. La transformación digital no es un destino, pero si un viaje, mediante el cual las tecnologías emergentes requerirán una constante evolución de las formas de trabajo, sistemas y procesos en todo el sistema, con el objetivo de agregando valor a los usuarios.
La educación y su liderazgo, deben considerar lo agenda digital de transformación para sobrevivir y prosperar. La educación ha sido objeto de un aumento de comercialización a nivel mundial y es altamente competitivo, señalado por el creciente énfasis e Interés en los rankings globales de instituciones educativas. Las instituciones compiten por el talento, estudiantes, personal, financiación y prestigio. Como la educación superior es reconocida como una tecla clave en la construcción de la competitividad nacional y en la contribución a un sistema más igualitario y cohesivo sociedad, existe un gran interés por parte de una amplia gama de partes interesadas en su impacto.
Las instituciones educativas deben ser conscientes de la evolución de las necesidades de los empleadores y facilitar vías de aprendizaje flexibles, de modo que los ciudadanos pueden acceder a oportunidades educativas y desarrollar habilidades relevantes para hacer frente a futuros retos mundiales, a lo largo de sus vidas. Las tecnologías digitales pueden ser habilitadoras críticas de la educación, abriendo nuevas vías de aprendizaje y transformando la experiencia de aprendizaje.
Además, existen oportunidades para mejorar todo el ciclo de vida de la experiencia del estudiante, desde una solicitud inicial de membresía de una comunidad de ex alumnos. Capturando y analizando datos a lo largo de este ciclo de vida puede obtener nuevos conocimientos sobre los perfiles de los estudiantes, la retención de estudiantes y la graduación resultados, entre otras áreas. Esto plantea importantes cuestiones legales y éticas sobre el uso responsable de la tecnología y el intercambio de datos, así como la forma en que las instituciones educativas pueden proporcionar liderazgo a este respecto.
En síntesis, el estudiante está cambiando. La tecnología cambia la manera en que los estudiantes piensan y aprender, incluidas las formas en que procesan la información, su capacidad de atención, toma de decisiones y memoria. Asimismo, afecta la forma en que socializan e interactúan con otros, lo que puede tener un gran impacto en su bienestar mental y emocional. Esto plantea muchas novedades en el ámbito educativo.
