Identificar el enfoque metodológico de una investigación es fundamental para su comprensión y análisis crítico. Según Creswell (2014), una investigación cuantitativa se caracteriza por la recolección de datos numéricos y el análisis estadístico para establecer patrones y relaciones. Por el contrario, la investigación cualitativa se centra en la exploración de significados, experiencias y construcciones sociales, utilizando métodos como entrevistas, grupos focales y análisis de contenido (Denzin & Lincoln, 2018). La investigación transcompleja, como explica Villegas (2010) que la investigación transcompleja constituye una nueva cosmovisión investigativa de complementariedad que permite la producción de un conocimiento complejo, reconociendo la integración de saberes, la comunicación entre la reflexión filosófica y el conocimiento científico.
El tipo de preguntas planteadas, los métodos de recolección de datos y los procedimientos de análisis son indicadores clave para identificar el enfoque metodológico utilizado en una investigación. Señala Flick (2018), una lectura atenta de la metodología y los objetivos de investigación permite discernir entre los distintos paradigmas. Las preguntas orientadas a explicar relaciones causales, establecer generalizaciones o validar hipótesis suelen corresponder a enfoques cuantitativos, mientras que aquellas que buscan comprender significados, explorar experiencias o interpretar fenómenos complejos son propias de la investigación cualitativa.
Por su parte, los estudios transcomplejos articulan interrogantes que integran dimensiones múltiples y reconocen la coexistencia de distintos niveles de realidad, superando la dicotomía tradicional entre lo cuantitativo y lo cualitativo. Asimismo, los métodos de recolección —como encuestas estructuradas, entrevistas en profundidad, observaciones participativas o análisis de redes— reflejan las intenciones epistemológicas del investigador. Los procedimientos de análisis, desde la estadística inferencial hasta la codificación temática o la modelación sistémica, ofrecen pistas fundamentales sobre el paradigma de base. En consecuencia, una lectura minuciosa de la metodología, en diálogo con los objetivos y la lógica de la investigación, permite no solo discernir el enfoque adoptado, sino también evaluar su coherencia interna y su adecuación al problema planteado.
En síntesis, reconocer si una investigación es cualitativa, cuantitativa o transcompleja es gran relevancia para una evaluación crítica rigurosa, así como para el desarrollo de propuestas metodológicas pertinentes y contextualizadas. Esta identificación permite comprender la lógica que orienta la formulación de preguntas, la selección de técnicas de recolección de datos, el tipo de análisis realizado y la interpretación de los resultados. Además, facilita la adecuación entre el objeto de estudio y el enfoque utilizado, lo cual es clave para garantizar la validez interna y externa del proceso investigativo. En el ámbito académico y científico, dicha distinción no solo permite valorar la solidez del trabajo, sino también establecer puentes entre paradigmas, reconocer sus alcances y limitaciones, y promover investigaciones más integradoras. En contextos complejos, sociales o educativos, identificar el enfoque adecuado fortalece la toma de decisiones, mejora la pertinencia de los hallazgos y favorece su aplicabilidad en escenarios reales. Por tanto, esta competencia se vuelve fundamental tanto para quienes producen conocimiento como para quienes lo interpretan y utilizan en diversos campos del saber.
Referencias
Creswell, J. W. (2014). Research Design: Qualitative, Quantitative, and Mixed Methods Approaches. SAGE.
Denzin, N. K., & Lincoln, Y. S. (2018). The SAGE Handbook of Qualitative Research. SAGE.
Flick, U. (2018). An Introduction to Qualitative Research. SAGE.
Villegas, C. (2010). Praxeologı́a de la Investigación Transcompleja. En C. Villegas (Comp.), Investigación Transcompleja: De la Disimplicidad a la Transdisciplinariedad (pp. 185-198). Consejo de Investigaciones de Postgrado UBA.